La importancia de los costes nunca se debe subestimar. No solo erosionan el rendimiento, sino que, independientemente de como se comporte el fondo elegido, los tenemos que pagar. De hecho, pagar costes es la única certeza a priori para un inversor. Teniendo esto en cuenta, una forma fácil de maximizar lo que por definición son rendimientos inciertos es minimizar esa certeza.
El creciente mercado de inversiones pasivas en Europa en la última década da fe de cómo los inversores están haciendo precisamente eso. La irrupción de los ETFs en el mercado europeo ha sido fundamental en este sentido. Los ETFs atraen inversores ofreciendo fácil acceso a todo tipo de mercados a un coste significativamente más bajo que los fondos de gestión activa. Una de las claves de su éxito ha sido su estructura de precios única, que no hace distinción entre clientes minoristas e institucionales.
La industria de fondos de gestión activa no tendrá más opción que también reducir costes con el fin de seguir siendo competitiva. O al menos esa es la teoría. Sin embargo, por ahora, reina el escepticismo. Sin embargo, la competencia entre los proveedores de ETF por cuota de mercado ya ha provocado una reacción de reducción de costes por parte de los proveedores de trackers tradicionales. De hecho, se podría afirmar que las primeras batallas de lo que en un futuro podría transformarse en una guerra de comisiones en Europa, se están llevando a cabo en el sector de la inversión pasiva.